Cada
20 de julio se celebra en muchos países católicos la fiesta del Divino Niño. Se
trata de una celebración de la infancia de Jesús, una invitación a contemplar
al Hijo de Dios en su plena humanidad.
La infancia de Jesús ha sido siempre objeto de veneración e interés a lo largo de la historia. Así lo evidencian tanto el desarrollo de la teología como las innumerables formas de piedad popular, generalmente expresadas en las tradiciones y el arte.