El Papa Francisco en su homilía en la misa dedicada a nuestra Señora de Guadalupe, dijo que en la liturgia de hoy se evidencian, tres palabras, tres ideas: abundancia, bendición y don. Mirando la imagen de la Virgen de Guadalupe, afirmó, tenemos de alguna manera también el reflejo de estas tres realidades, la abundancia, la bendición y el don.
El Pontífice se detuvo luego en la descripción de cada una de estas ideas:
La
primera palabra evidenciada en la Liturgia de hoy es la abundancia porque Dios
siempre se ofrece en abundancia. Él no conoce las dosis. Somos nosotros, señaló
los que ponemos los límites, y Dios, afirmó Francisco, se deja dosificar por su
paciencia.
“Somos
nosotros los que conocemos, por nuestra naturaleza misma, por nuestros límites,
la necesidad de las cómodas cuotas. Pero Él se da en abundancia, totalmente. Y
donde está Dios, hay abundancia”. El único límite que tiene Dios, afirmó el
Papa diciendo que quiere pensar que tiene un límite el Señor, es el de la
imposibilidad de darse de otro modo que no sea en abundancia. “Pensando en el misterio de Navidad, la
liturgia de Adviento toma del profeta Isaías mucho de esta idea de la
abundancia. Dios se da entero, como es, totalmente”.
La
segunda palabra es la bendición
Como
explicó el Papa más adelante, el encuentro de María con Isabel es una
bendición. Y la bendición significa, dijo bendecir, o sea, “decir-bien”. Y Dios
desde la primera página del Génesis nos acostumbró a este estilo suyo de decir
bien.
“La
segunda palabra que pronuncia según el relato bíblico, es “y era bueno”. “Está está bien”. “Era muy bueno”. El estilo
de Dios es siempre decir bien, por eso la maldición va a ser el estilo del
diablo, del enemigo. El estilo de la mezquindad, de la incapacidad de donarse
totalmente, el “decir mal”. Dios siempre dice bien. Y lo dice con gusto. Lo
dice dándose”.
La tercera palabra el don
La
abundancia y este decir bien, es un regalo, es un don. Un don que se nos da en
Él, que es todo divinidad. En “el Bendito”. Un don que se nos da en la que está
“llena de gracia”, la “bendita”.
Jesús
es el bendito por naturaleza y María es la bendita por gracia. Estas dos
referencias, dijo Francisco, las marca la Escritura.
“A
Ella se le dice “bendita tú entre las mujeres”, “llena de gracia”. Jesús es el
“bendito”, el que traerá la bendición. Y mirando la imagen de nuestra Madre
esperando al bendito, la llena de gracia espera al bendito, se entiende la
abundancia del decir bien, del “ben-decir”, afirmó.
El don de Dios
“Tenemos
esto del don, el don de Dios se nos presentó en la abundancia de su Hijo por
naturaleza. En la abundancia de su Madre por gracia. El don de Dios se nos
presentó como una bendición. En el bendito por naturaleza y en la bendita por
gracia”.
Y
éste es el regalo que Dios nos presenta y que ha querido continuamente
subrayarlo, a lo largo de la revelación, señaló y pidió que “contemplando la
imagen de nuestra Madre hoy, le robemos a Dios un poco de este estilo que
tiene: La generosidad, la abundancia, el bendecir. Nunca maldecir. Y
transformar nuestra vida en un don. Un don para todos. Que así sea”.
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